En medio de una semana marcada por la incertidumbre financiera y las tensiones políticas, el expresidente Donald Trump dio un giro inesperado el martes 22 de abril, al asegurar que “nunca” tuvo la intención de destituir a Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal. La declaración, hecha desde el Despacho Oval, alivió de inmediato a los mercados y a los propios asesores del exmandatario, que temían una tormenta económica y legal si Trump persistía en su arremetida contra el jefe del banco central.
Durante días, Trump había elevado el tono contra Powell, a quien llegó a calificar como “gran perdedor” en redes sociales, alimentando rumores sobre su posible destitución. Sin embargo, fuentes cercanas a la Casa Blanca revelaron que varios asesores, incluidos miembros de su equipo económico como Scott Bessent, advirtieron que tal medida podría provocar una volatilidad comparable a la de la guerra comercial con China.
El impacto no se hizo esperar. Tras las declaraciones del martes, los futuros del Dow Jones subieron 750 puntos (1,9 %), mientras que los del S&P 500 y Nasdaq se incrementaron en 2,6 % y 3 %, respectivamente. El rendimiento del bono del Tesoro a 10 años cayó al 4,3 %, reflejo del renovado apetito por la deuda estadounidense.
El aparente cambio de postura también alivió tensiones internas. Altos funcionarios temían que un intento de remover a Powell no solo generara un caos financiero, sino también una batalla legal sin precedentes sobre la independencia del banco central. Aunque desde la Casa Blanca se insistió en que Trump tiene derecho a criticar a la Fed, se reconoce que un paso más allá habría sido riesgoso.
En ese contexto, el asesor económico Kevin Hassett sorprendió al sugerir que se estaba realizando un “nuevo análisis legal” sobre la posibilidad de remover a Powell, rompiendo con su defensa anterior de la autonomía del organismo. Según la secretaria de prensa Karoline Leavitt, el cambio de postura de Hassett reflejaba frustración por la resistencia del banco central a recortar las tasas de interés, como Trump había exigido públicamente.
Pese a las tensiones, Powell ha reiterado que cualquier decisión sobre tasas será tomada con base en criterios técnicos y no políticos, y que no habrá movimientos apresurados antes de la próxima reunión del comité de política monetaria en mayo.
Por ahora, los mercados han recibido con alivio la aparente marcha atrás de Trump. Pero la tensión entre la Casa Blanca y la Fed podría reavivarse si la economía no responde como se espera… o si la retórica presidencial vuelve a subir de tono.