En una ofensiva sin precedentes que marca un giro radical en las políticas migratorias de Estados Unidos, la administración de Donald Trump implementó en apenas tres días una serie de medidas que han endurecido drásticamente la frontera sur y sentado las bases para rápidas deportaciones de migrantes indocumentados.
Desde el primer día de su regreso al poder, Trump firmó órdenes ejecutivas que clausuraron efectivamente el ingreso de solicitantes de asilo, limitaron severamente quién puede entrar legalmente al país y expandieron los criterios para deportaciones aceleradas. La medida incluye la cancelación de vuelos para refugiados y un despliegue masivo de tropas en la frontera, con miles de soldados movilizados.
Las nuevas políticas también permiten a las autoridades federales realizar arrestos en espacios previamente protegidos, como escuelas e iglesias, y amplían el número de migrantes indocumentados que pueden ser deportados sin pasar por audiencias judiciales.
Estrategia de control total
El Departamento de Justicia, pieza clave en la ofensiva, ha intensificado la presión despidiendo a altos funcionarios encargados de supervisar los tribunales de inmigración y advirtiendo posibles procesamientos contra líderes estatales y locales que desafíen las órdenes federales.
Jessica Vaughan, directora del Centro de Estudios de Inmigración, que apoya políticas más estrictas, señaló: “Trump está cumpliendo las promesas de campaña. Estas medidas son una continuación de lo que comenzó hace cuatro años”.
Entre las políticas reinstauradas destaca el polémico programa “Permanecer en México”, que obliga a los migrantes a esperar en territorio mexicano mientras sus casos son procesados en Estados Unidos. Este movimiento requiere la cooperación del gobierno mexicano, que aún no ha emitido una respuesta oficial.
Impacto inmediato en refugiados
El martes por la noche, el Departamento de Estado notificó a las agencias de reasentamiento sobre la cancelación inmediata de vuelos para refugiados, suspendiendo el programa de manera indefinida. La medida ha dejado a miles de personas en un limbo, incluidos aquellos que ya habían recibido aprobación para viajar a Estados Unidos.
Estas acciones subrayan la velocidad y agresividad con la que Trump busca implementar su agenda migratoria, consolidando un legado de mano dura en políticas de frontera y dejando a miles de migrantes y refugiados en la incertidumbre.
Mientras el país y el mundo reaccionan a estas decisiones, se esperan desafíos legales y respuestas de grupos defensores de los derechos humanos, quienes califican las medidas como un ataque directo a los principios de asilo y protección internacional.
Estados Unidos enfrenta, una vez más, un punto de inflexión en su postura frente a la migración, con repercusiones que podrían redefinir el panorama humanitario en el hemisferio occidental.
Imágen cortesía:Los Ángeles Times