Por [Iván Medina]
Donald Trump está de vuelta en la Casa Blanca, y con una visión más ambiciosa del poder presidencial que nunca. Tras una amplia victoria sobre la vicepresidenta Kamala Harris, el mandatario electo está listo para asumir su segundo mandato con pocas restricciones políticas o jurídicas que limiten su autoridad. La idea de un presidente que busca ejercer un poder casi absoluto ya no es teórica; se ha convertido en una realidad inminente.
Trump, quien ha expresado reiteradamente su creencia en el poder casi total de la presidencia, se prepara para aprovechar al máximo las barreras que desmanteló durante su primer mandato. Además, ha consolidado su control en el Partido Republicano, expulsando a aquellos que se opusieron a su visión de “Make America Great Again” (MAGA). Con el Senado ya bajo control republicano y la posibilidad de retener la Cámara de Representantes, el monopolio del poder en Washington podría estar cerca de materializarse.
A lo largo de su carrera, Trump ha mostrado un patrón consistente: desafiar y obliterar las restricciones. Ahora, volverá al poder con un respaldo histórico que incluye una mayoría conservadora en la Corte Suprema, formada durante su primer mandato. Esta mayoría ya ha otorgado fallos favorables que podrían protegerlo de desafíos legales significativos, como la decisión de inmunidad significativa para actos oficiales. Aunque esta sentencia tiene un alcance limitado, se espera que Trump la interprete de manera expansiva, consolidando aún más su autoridad.
Lo más notable es que Trump puede afirmar que su presidencia tiene una legitimidad democrática sin precedentes. Su capacidad para atraer votantes de múltiples demografías respalda su afirmación de un mandato claro para gobernar sin las restricciones tradicionales. “Todos sabían esto cuando votaron ayer. Así que sí, el pueblo estadounidense votó básicamente por este poder sin control que el presidente va a tener,” comentó Adam Kinzinger, exrepresentante republicano que se distanció de Trump tras el ataque al Capitolio en 2021.
El regreso de Trump a la Casa Blanca podría marcar el comienzo de una presidencia más intemperante y autoritaria, con un control político reforzado y un marco legal favorable. A medida que se acerca su toma de posesión en enero, la gran incógnita es si las instituciones de la democracia estadounidense están preparadas para enfrentar el desafío de un líder que busca ejercer un poder sin precedentes.
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