DEARBORN, MICHIGAN – 08 de abril de 2025 – La decisión del presidente Donald Trump de imponer aranceles del 25% a los automóviles importados, respaldada por el sindicato United Auto Workers (UAW) y muchos de sus miembros, comienza a mostrar sus primeras consecuencias en la industria automotriz estadounidense. A partir de este lunes, cerca de 900 trabajadores por hora de cinco plantas de Stellantis en Estados Unidos serán despedidos temporalmente, como resultado de la suspensión de producción en fábricas de Canadá y México afectadas por las nuevas tarifas.
Los despidos, que se concentran en tres plantas en Kokomo, Indiana, y otras instalaciones estadounidenses, reflejan el impacto inmediato de los aranceles en una industria que, desde la implementación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace 31 años, ha operado sin fronteras entre Estados Unidos, Canadá y México. Estas plantas producían componentes clave, como transmisiones y motores, para vehículos ensamblados en Windsor, Ontario, y Toluca, México, incluyendo modelos como las minivans Chrysler y el Jeep Compass. Sin embargo, los aranceles han llevado a Stellantis a pausar temporalmente esas operaciones, dejando en riesgo a las fábricas proveedoras en suelo estadounidense.
Denny Butler, vicepresidente de uno de los sindicatos locales en Kokomo, expresó la incertidumbre que enfrentan los trabajadores: “Hay muchísimas incógnitas. Esto da miedo”. Aunque Butler apoya la lógica detrás de los aranceles —frenar la pérdida de empleos hacia países con salarios más bajos como México—, duda que las empresas trasladen rápidamente su producción a Estados Unidos. “No se puede esperar que en un par de semanas recojan una planta y la traigan de otro país”, afirmó.
Un futuro incierto para la industria
Trump ha defendido los aranceles como una medida para revitalizar la manufactura estadounidense, argumentando que incentivarán a los fabricantes a regresar la producción al país. Sin embargo, expertos y trabajadores temen que el proceso sea más lento y complejo de lo previsto. Stellantis, por su parte, calificó los despidos como una medida “a corto plazo” y aseguró que está trabajando con sindicatos, gobiernos y proveedores para adaptarse a la nueva realidad del mercado. “Son acciones que no tomamos a la ligera”, señaló Antonio Filosa, director de operaciones para las Américas de la compañía.
El presidente de la UAW, Sean Fain, quien ha apoyado los aranceles pero es crítico de Trump en otros temas, acusó a Stellantis de usar a los trabajadores como “daños colaterales” y exigió una respuesta más rápida para recuperar empleos en EE.UU. “Stellantis ha tenido meses para prepararse”, dijo a CNN.
Impacto transfronterizo
Más allá de Estados Unidos, los aranceles amenazan con afectar aún más a los trabajadores en Canadá y México. En Windsor, más de 4.500 empleados de la planta de Stellantis enfrentan despidos temporales, mientras que en Toluca, unos 2.400 trabajadores por hora están en una situación similar. Lana Payne, presidenta del sindicato canadiense Unifor, advirtió que “los trabajadores automotrices pagarán el precio” de esta política, mientras que Derek Gungle, un empleado de Windsor, expresó su frustración: “¿Por qué apoyaría una economía que no quiere apoyarme?”.
¿Autosuficiencia a qué costo?
La interconexión de la industria automotriz norteamericana, reforzada por el T-MEC —negociado por Trump para reemplazar el TLCAN—, pone en duda si los aranceles lograrán la autosuficiencia industrial que el presidente promete. Por ahora, los trabajadores de Kokomo, Windsor y Toluca enfrentan un futuro incierto, atrapados entre las promesas de una política proteccionista y las realidades de una cadena de suministro globalizada.
Mientras las nuevas Ford F-150 y Ranger salen de la línea de ensamblaje en Dearborn, Michigan, como símbolo del poder industrial estadounidense, la pregunta persiste: ¿podrán los aranceles devolver la producción a casa sin sacrificar empleos en el proceso? Por ahora, la respuesta sigue en el aire.
Fuente de Imagen: La Nación