Doron Katz Asher dijo que sus hijas pueden “recordar cada pequeño detalle” del 7 de octubre.
Cómo se despertaron con el sonido de las sirenas y se escondieron en su refugio. Cómo se acercaban los disparos. Cómo, cuando las puertas se abrieron de golpe, su abuelo salió corriendo del refugio para que los hombres armados de Hamas no vieran al resto de ellos escondidos dentro. Cómo se lo llevaron. Cómo dejaron abierta la puerta del refugio con la esperanza de que otros atacantes pensaran que ya había sido asaltado y se marcharan. Cómo eso no funcionó.
“Otra unidad terrorista entró y también nos llevó”.
Asher, su madre y sus hijas –Raz, de 5 años, y Aviv, de 2– fueron introducidas en la parte trasera de un tractor con otros rehenes del kibutz, antes de que los hombres armados abrieran fuego. Asher recibió un disparo en la espalda, Aviv en una pierna y su madre murió por disparos.
Asher, de 34 años, y sus hijas fueron trasladadas a Gaza, donde permanecieron primero en una casa y luego en un hospital, antes de ser liberadas en noviembre, durante un alto el fuego temporal entre Israel y Hamas.
En una entrevista exclusiva con CNN, Asher describió sus casi 50 días de cautiverio, la “guerra psicológica” a la que fue sometida, las condiciones en las que permaneció y su sentimiento de culpa tras ser liberada mientras decenas de personas –entre ellas Gadi Moses, de 79 años, abuelo de sus hijas– permanecen cautivas.
Asher y sus hijas fueron llevadas primero a un apartamento que pertenecía a una familia de Gaza. “Me cosieron las heridas sin anestesia, en el sofá, mientras mis hijas estaban a mi lado”, relató Asher.
Tras conocer el atentado terrorista del 7 de octubre, que calificó de “película de guerra”, Asher dijo que intentó tranquilizar a sus hijas diciéndoles que el peligro había pasado. “Les dije que ya no había terroristas y que ahora estábamos con gente buena que nos protegía hasta que pudiéramos volver a casa”.
Las tres estaban vigiladas cada hora del día por hijos y nietos del dueño de la casa. Asher nunca supo sus nombres, pero pudo comunicarse con el padre, de quien dijo que hablaba hebreo porque solía trabajar en Israel.
Aunque Asher y sus hijas no sufrieron daños físicos, dijo que fue sometida a una “guerra psicológica”.
“No nos dieron mucha información, sobre todo intentaron decirnos que Hamas quiere liberarnos, pero que en Israel nadie se preocupa por nosotras”, dijo Asher. “Que no volveremos a vivir en el kibutz porque no es nuestra casa, no es el lugar al que pertenecemos”.
Pero ella dijo que no les creía, y que el sonido de los combates fuera del edificio en Gaza era “la forma que teníamos de saber que algo estaba pasando con el fin de llevarnos de vuelta a casa, para presionar a Hamas para que nos liberara”.
Al cabo de 16 días, Asher y sus hijas fueron trasladadas del apartamento a lo que ella describió como un “supuesto” hospital en la ciudad de Khan Younis, en el sur de Gaza.
¿Por qué “supuesto”?
Porque un hospital es “un lugar en el que se supone que se cuida a la gente, pero Hamas se apoderó de él y lo utilizó para ocultar a los rehenes”, explicó Asher.
El Ejército israelí ha afirmado en repetidas ocasiones que Hamas oculta infraestructura terrorista en instituciones civiles de Gaza, como hospitales, y en sus alrededores, afirmación que el grupo terrorista niega. Estados Unidos ha afirmado que Hamas utilizaba el hospital Al-Shifa, el mayor de Gaza, como centro de mando y lugar de retención de rehenes. Asher no dijo dónde estaba retenida.
A Asher se le unieron otros rehenes en el complejo hospitalario, los primeros que conoció desde que fue capturada en Gaza.