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Qué pasó en el estadio Cuscatlán de El Salvador: hay 12 fallecidos

San Salvador — Sobrevivientes y testigos de una estampida en un estadio de fútbol de El Salvador que dejó 12 muertos y decenas de lesionados relataron cómo empezó todo cuando cientos de aficionados se arremolinaron frente a una pequeña puerta de acceso.

Los hinchas estaban enfurecidos porque no los dejaban entrar la noche del sábado a las gradas del estadio Cuscatlán para presenciar el partido entre Alianza y FAS por los cuartos de final de la liga salvadoreña pese a tener boletos en mano.

En cuestión de minutos, todo se volvió caótico. Muchos intentaban derribar la puerta. La gente comenzaba a quedar prensada entre sí. Varios sentían que no podían respirar.

“La gente empezó a empujar. La gente tiró el portón porque quería vivir. A mi hijo lo aplastaron entre 20, yo pensé que se me iba (a morir)”, relató Héctor Rivas, un aficionado de Alianza que había acudido con su hijo al estadio. “Aquí el único responsable es la directiva de Alianza, que no le echen la culpa a la gente”.

Vestido con la camiseta del equipo de sus amores, Rivas no terminaba de salir del asombro de cómo él y su hijo salieron con vida de la mayor tragedia en la historia del fútbol salvadoreño.

A unos pocos metros, sin camiseta y tirado en la gramilla, Diego Armando, el hijo de 14 años de Rivas, contó cómo su cuerpo quedó “aplastado de la cintura a los pies”.

“Me jalaron como cinco tipos y sobreviví de milagro, es un milagro que esté vivo. Yo sólo vi dos fallecidos y cuando me caí estaba uno enfrente mío, le hablé y no se movía”, dijo el muchacho.

Patricia Hernández, una fiel seguidora del Alianza, relató lo que vivió en esa noche trágica, en la que llegó con su familia al estadio Cuscatlán para a alentar al equipo de sus amores, pero Fernando Chávez, su esposo, murió al ser arrollado por la estampida humana en la puerta del sector sur.

“Él se cayó y ya no se pudo incorporar, yo regresé y lo jalé, no lo iba a dejar tirado, me hinqué y le dije: ‘Levántate, por favor levántate’, ‘No puedo, no puedo’, me dijo. Eso fue lo último que escuché de él y ya en los ojos se le veía la agonía, entonces ya no se levantó y le cayó encima la gente que venía atrás en el portón”, contó la mujer a los periodistas que la abordaron cuando llegó a la morgue a que le entregaran el cuerpo de su esposo.

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