Washington, D.C. – En una escalada sin precedentes, funcionarios cercanos a Donald Trump han intensificado su enfrentamiento con el Poder Judicial, insistiendo en que “no nos detendremos” en su intento por consolidar un poder casi ilimitado en la presidencia.
El Presidente y su equipo han lanzado una ofensiva contra jueces y tribunales que han actuado como contrapeso a sus decisiones, buscando deslegitimar instituciones clave del sistema democrático estadounidense. La estrategia se enmarca en una campaña más amplia de Trump para expandir la autoridad del Ejecutivo y desafiar los límites tradicionales del poder presidencial.
A lo largo de los últimos meses, Trump ha criticado a jueces que han fallado en su contra, calificándolos de “corruptos” o “parcializados”, y ha promovido la idea de que los tribunales deben someterse a la voluntad del presidente. Sus aliados han respaldado esta postura, sugiriendo que el Ejecutivo debería tener un control más directo sobre las decisiones judiciales y las agencias gubernamentales.
Los ataques han generado alarma entre expertos legales y defensores de la democracia, quienes advierten sobre los riesgos de erosionar la independencia judicial. “Lo que estamos viendo es un intento sistemático de desmantelar los pesos y contrapesos que han definido el sistema estadounidense”, advirtió un analista en derecho constitucional.
Mientras Trump sigue adelante con su estrategia, el conflicto con el Poder Judicial promete intensificarse en los próximos meses, planteando serias interrogantes sobre el futuro de la democracia en Estados Unidos.
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