La reciente ofensiva arancelaria de Donald Trump, quien desde su regreso a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025 ha impuesto tasas del 10% a todas las importaciones y hasta un 34% a países como China, ha desatado temores de una guerra comercial global. Este escenario evoca un capítulo sombrío de la historia económica: la Ley de Aranceles Smoot-Hawley de 1930, que muchos culpan de haber agravado la Gran Depresión y sembrado tensiones que contribuyeron a la Segunda Guerra Mundial.
Promulgada el 17 de junio de 1930 bajo la presidencia de Herbert Hoover, la Ley Smoot-Hawley buscaba proteger a los granjeros y empresas estadounidenses frente a la creciente competencia europea tras la Primera Guerra Mundial. Impuso aranceles de entre el 40% y el 60% a unos 900 productos, desde huevos hasta petróleo, en un contexto donde el 20% de la fuerza laboral de EE.UU. dependía del campo. Sin embargo, lo que comenzó como una medida proteccionista desencadenó un desastre económico.
Las represalias no se hicieron esperar: Canadá y Europa elevaron sus propios aranceles, y en dos años las importaciones y exportaciones estadounidenses se desplomaron un 40%. Las ventas al exterior cayeron de 7,000 millones a 2,500 millones de dólares para 1932, según el Instituto de Finanzas Corporativas. El comercio global se contrajo un 65%, bancos colapsaron y la Gran Depresión se intensificó, dejando a millones sin empleo. Thomas Lamont, asesor de Hoover, lamentó no haber podido detener la ley, que “intensificó el nacionalismo en todo el mundo”.
Analistas ven paralelos con las políticas de Trump, cuyo “Día de la Liberación” —anunciado este miércoles— ha generado críticas internacionales y medidas recíprocas. Estudios de su primer mandato muestran que los aranceles no solo afectaron a empresas extranjeras, sino que elevaron los precios para los consumidores estadounidenses y apenas incrementaron la recaudación fiscal. Expertos advierten que las nuevas tasas podrían castigar el PIB y disparar la inflación global.
Aunque el desenlace de esta guerra comercial es incierto, la historia de Smoot-Hawley sirve como advertencia: el proteccionismo, lejos de fortalecer economías, puede devastarlas. Mientras Trump insiste en su estrategia, el mundo observa, temiendo un eco de las consecuencias de hace casi un siglo.
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