La inflación aumentó cuatro décimas en septiembre respecto al mes anterior, hasta situarse en el 3.7% en comparación con el mismo mes del año pasado. El índice de precios al consumo (IPC) sigue así en su senda de descenso, pese al encarecimiento de la vivienda (que supuso la mitad del aumento en septiembre) y de la gasolina.
La cifra publicada el jueves por la Oficina de Estadísticas Laborales es superior en cualquier caso a lo previsto por analistas y mercados, que esperaban dos décimas de crecimiento hasta una tasa del 3.6%.
La inflación básica, que no toma en cuenta la energía y los precios de los alimentos debido a su volatilidad, subió hasta el 4.1% en comparación con septiembre de 2022, como preveían los analistas.
Ambas cifras revelan que los precios subieron menos en septiembre que en agosto, cuando los costos se incrementaron porque el valor de la gasolina se disparó un 10% en comparación con julio.
El reporte de este jueves podría ser especialmente significativo para la trayectoria de la economía. La Reserva Federal lleva subiendo de forma agresiva las tasas de interés desde marzo de 2022 para intentar controlar la inflación, que alcanzó su récord en 40 años a mediados de 2022 al dispararse al 9.1%. Desde entonces ha continuado en su caída generalizada, pero aún sigue por encima del objetivo del 2% marcado por la Reserva Federal.
Eso no significa que los precios estén más bajos que antes, sino que están subiendo a un ritmo más lento. Aún así, esos pequeños incrementos han sido un alivio para algunos consumidores; recientemente los salarios han crecido más rápido que la inflación, lo que ha ayudado a las personas a costearse los bienes y servicios.
¿Qué pasará con las tasas de interés?
En septiembre, la Reserva Federal no tocó las tasas de interés y dijo que ha visto avances en su lucha contra la inflación y que por ahora está observando y esperando. Pero después de 12 caídas mensuales consecutivas, la inflación volvió a acelerarse en julio y agosto.
Los aumentos fueron pequeños y hay razones por las que expertos no están especialmente preocupados: los costos de la gasolina aumentaron un 10% en agosto, por ejemplo, y eso no ha vuelto a suceder.
Aún así, Raúl Díaz, un alto funcionario regional de inversiones de Northern Trust, dijo que no hay garantía de que la inflación continúe con una tendencia a la baja. “La inflación podría reavivarse dado que el mercado laboral ha sido muy resistente y EE.UU. es una economía altamente basada en el consumo”, dijo Díaz.
Si los datos muestran que la inflación se mantuvo más alta de lo esperado en septiembre, especialmente en áreas centrales, podría empujar a la Reserva Federal a comenzar a subir las tasas de interés nuevamente.