Erika Yanira Morales, una joven colombiana de 20 años, ha solicitado la eutanasia tras pasar los últimos tres años postrada en una cama debido a una agresión sufrida a las afueras de un bar.
En 2021, Morales fue atacada con botellas por dos mujeres, lo que le provocó un infarto cerebral. Desde entonces, permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) sin la capacidad de caminar ni comunicarse verbalmente. Su única forma de comunicación es mediante un abecedario.
El sufrimiento físico y emocional la llevó a pedir la eutanasia, pero su solicitud fue negada en una ocasión anterior debido a que había sido presentada por su madre y no por ella personalmente. Ahora, con una carta hecha pública por su hermana, insiste en su derecho a morir dignamente.
En su escrito, Morales describe la dificultad de su situación tanto para ella como para su familia. Explica que su vida depende completamente de la ventilación mecánica y que considera su existencia como “artificial”.
“Es muy difícil para mí y para mi familia, ya que prácticamente vivo por la ventilación mecánica. Eso me parece injusto porque para mí no es vida. Es solo una vida artificial. La verdad, estoy cansada de depender de todos, y lo más duro es que estoy consciente y me doy cuenta de absolutamente todo. Me siento cansada, no doy más. Es más, la psicóloga ya habló conmigo y está de acuerdo con la decisión que tomé. Señores Emssanar, con todo el respeto que ustedes se merecen, tengan un poquito de corazón, compasión y piedad. Si literalmente estoy muerta en vida”, se lee en la carta.
El caso de Morales está actualmente en estudio por un comité interdisciplinario de la EPS Emssanar, empresa prestadora de servicios de salud, que deberá determinar si su solicitud cumple con los requisitos establecidos por la legislación colombiana sobre eutanasia.
