En medio de los cambios en la política migratoria impulsados por la administración de Donald Trump, las escuelas públicas de Estados Unidos se han convertido en un nuevo frente de defensa para los inmigrantes indocumentados. Una medida reciente que elimina las restricciones sobre redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en lugares sensibles, como escuelas, hospitales y templos religiosos, ha encendido alarmas en comunidades educativas de todo el país.
En respuesta, al menos ocho grandes distritos escolares en ciudades con alta población migrante han anunciado acciones concretas para proteger a los estudiantes indocumentados y sus familias. Estas medidas incluyen compromisos para dificultar la cooperación con las autoridades federales de inmigración, negar acceso a información confidencial y evitar, en la medida de lo posible, que agentes del ICE ingresen a los terrenos escolares.
El impacto de las redadas en lugares sensibles
Desde 2011, bajo la política de “lugares sensibles”, las escuelas, hospitales y templos habían sido protegidos de las redadas migratorias, garantizando que fueran espacios seguros para las comunidades más vulnerables. Sin embargo, la administración Trump ha eliminado estas restricciones, desatando un clima de temor en familias inmigrantes y educadores.
Los distritos escolares han reiterado que todos los niños en Estados Unidos tienen derecho a recibir educación pública, sin importar su estatus migratorio. Este principio, establecido por el Departamento de Educación, ha permitido que las escuelas eviten recopilar o mantener registros sobre la situación migratoria de los estudiantes, lo que ahora se ha convertido en un elemento crucial para obstaculizar las acciones del ICE.
Ciudades “santuario” lideran la resistencia
Ciudades de tendencia progresista como Los Ángeles, Chicago y Nueva York, que ya cuentan con políticas de santuario diseñadas para proteger a inmigrantes indocumentados, han sido las más vocales en su rechazo a la medida. Los distritos escolares de estas ciudades han reforzado sus protocolos para impedir que las autoridades migratorias interfieran en los entornos educativos.
En Chicago, por ejemplo, el distrito escolar ha señalado que no permitirá que agentes de inmigración ingresen a las escuelas sin una orden judicial. En Los Ángeles, las autoridades escolares han dado capacitaciones a los maestros y personal administrativo sobre cómo responder ante posibles incursiones del ICE, priorizando la seguridad y confidencialidad de los estudiantes.
Miedo en las aulas
Aunque los distritos escolares han asumido un rol de defensa, el temor entre estudiantes y familias persiste. “Las familias tienen miedo de enviar a sus hijos a la escuela porque no saben si los agentes de inmigración aparecerán”, comentó un maestro de primaria en una ciudad santuario.
Los cambios también han generado preocupación entre los educadores, quienes consideran que el ambiente de miedo puede tener consecuencias negativas en el desempeño académico y emocional de los estudiantes.
Una batalla por la seguridad y la educación
La postura de los distritos escolares refleja un esfuerzo por mantener las aulas como espacios de aprendizaje y seguridad, a pesar de las tensiones políticas. Al adoptar estas medidas, las escuelas no solo buscan cumplir con su responsabilidad educativa, sino también con un deber ético de proteger a sus estudiantes más vulnerables.
En un momento en que la política migratoria estadounidense se ha endurecido, la resistencia desde las escuelas subraya la importancia de preservar la dignidad y el derecho a la educación para todos los niños, sin importar su estatus migratorio.
Imágen cortesía: El Periódico de México