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Cuál es el nivel del intercambio de bienes entre EE.UU. y China, y qué consecuencias podría tener una guerra comercial entre los dos países

Washington/Pekín – 09 de abril de 2025


La tensión comercial entre Estados Unidos y China alcanzó un nuevo pico esta semana tras el anuncio del presidente Donald Trump de imponer aranceles superiores al 100% a ciertas importaciones chinas, efectivos a partir del miércoles 9 de abril. En respuesta, el gobierno chino prometió “luchar hasta el final” y ya aplicó barreras comerciales contra productos estadounidenses, desatando temores de una guerra comercial a gran escala entre las dos mayores economías del mundo.

El intercambio de bienes entre ambas potencias sumó US$585.000 millones en 2024, con un claro desbalance: EE.UU. importó US$440.000 millones desde China, mientras que China compró solo US$145.000 millones de EE.UU., dejando un déficit comercial estadounidense de US$295.000 millones. Aunque este déficit equivale al 1% de la economía de EE.UU., Trump ha exagerado la cifra al hablar de un billón de dólares. Los aranceles, que se suman a los impuestos aplicados en su primer mandato y endurecidos por Joe Biden, han reducido la dependencia estadounidense de China, pasando del 21% de las importaciones totales en 2016 al 13% el año pasado. Sin embargo, productos chinos siguen llegando a través de países como Vietnam o Malasia, esquivando restricciones previas.

Entre los bienes clave, EE.UU. exporta soja —crucial para alimentar a los 440 millones de cerdos chinos—, petróleo y fármacos, mientras que China envía a EE.UU. teléfonos inteligentes (9% de las importaciones), computadoras, juguetes y baterías para vehículos eléctricos. Los nuevos aranceles podrían quintuplicar el costo de estos productos en EE.UU., afectando especialmente a empresas como Apple, cuya valoración cayó un 20% en el último mes. En China, los consumidores también sufrirán por los aranceles de represalia de Pekín.

Más allá de los aranceles, el conflicto podría escalar. China, líder en la refinación de metales como litio y tierras raras, podría restringir su suministro a EE.UU., como ya hizo con germanio y galio, usados en tecnología militar. EE.UU., por su parte, podría intensificar el bloqueo de microchips avanzados a China, esenciales para la inteligencia artificial, o presionar a países como México y Vietnam para que dejen de comerciar con Pekín, según sugirió Peter Navarro, asesor de Trump.

Con EE.UU. y China representando el 43% de la economía mundial, según el FMI, una guerra comercial plena podría desacelerar el crecimiento global, afectar la inversión y desencadenar una ola de productos chinos subsidiados —como el acero— hacia otros mercados, beneficiando a algunos consumidores pero dañando a productores locales. Los economistas advierten que el impacto sería “muy negativo” a nivel global, en un enfrentamiento que promete repercusiones de largo alcance.

Imágen cortesía: BBC

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