La delegación estadounidense de alto nivel que viajó a México para dialogar con su presidente lo hace en un momento en que EE.UU. enfrenta desafíos sin precedentes para procesar a miles de migrantes a diario y brindarles albergue.
Un grupo de altos funcionarios de Estados Unidos se reunirá el miércoles con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en lo que muchos consideran como un intento para que el Gobierno mexicano haga más para contener un repunte de migrantes que llegan a la frontera sur del territorio estadounidense.
López Obrador ha dicho que está dispuesto a ayudar, pero también asegura que quiere ver progreso en las relaciones de Estados Unidos con Cuba y Venezuela —dos de los países que más migrantes envían—, así como más ayuda para el desarrollo de la región.
Ambas partes enfrentan una intensa presión para llegar a un acuerdo después del fracaso de algunas de las medidas anteriores, como limitar el traslado directo hacia México o la deportación de algunos migrantes. Estados Unidos llegó a detener este mes hasta 10,000 migrantes al día en su frontera sur.
Washington tiene dificultades para procesar a los miles de migrantes en la frontera o para brindarles albergue una vez que llegan a ciudades en el norte del país.
Las industrias mexicanas se vieron afectadas la semana pasada después de que Estados Unidos cerró brevemente dos importantes cruces ferroviarios fronterizos en Texas bajo el argumento de que se tuvo que reasignar a agentes de la Patrulla Fronteriza para hacer frente al elevado número de cruces migratorios.
Otro cruce fronterizo permanecía cerrado en Lukeville, Arizona, y las operaciones quedaron suspendidas parcialmente en San Diego y Nogales, Arizona. Funcionarios de Estados Unidos señalaron que esos cierres se llevaron a cabo con el fin de reasignar agentes para colaborar con el procesamiento de migrantes.
El secretario de Estado, Antony Blinken, dejó abierta la posibilidad de que se abran nuevamente esos cruces en caso de que México brinde más ayuda.
“El secretario Blinken discutirá la migración irregular sin precedentes en el Hemisferio Occidental e identificará maneras en las que México y Estados Unidos abordarán los desafíos de seguridad fronteriza, incluidas acciones que permitan la reapertura de importantes puertos de entrada a lo largo de nuestra frontera compartida”, indicó su oficina en un comunicado emitido antes de la reunión del miércoles.
México ha asignado a más de 32,000 elementos de las fuerzas armadas y la Guardia Nacional —alrededor del 11% de sus fuerzas— para la aplicación de las leyes migratorias, y la Guardia Nacional ahora detiene a muchos más migrantes que criminales.
Pero las deficiencias de esa medida quedaron al descubierto el martes, cuando elementos de la Guardia Nacional no hicieron intento alguno por detener a una caravana integrada por alrededor de 6,000 migrantes, la mayoría de ellos procedentes de Centroamérica y Venezuela, cuando pasaron frente al principal punto de inspección migratoria en el estado de Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala.