Un trágico accidente en Lehi, Utah, ha resultado en la muerte de un niño de 8 años, quien sufrió una herida de bala en la cabeza después de que se disparara accidentalmente con un arma de fuego que su madre tenía guardada debajo del asiento del coche. El incidente ocurrió el lunes por la tarde en el estacionamiento de una gasolinera local.
Según el Departamento de Policía de Lehi, el niño fue encontrado gravemente herido a las 19:39 horas, y fue trasladado en helicóptero al Hospital Infantil Primario de Salt Lake, donde falleció al día siguiente. La madre del menor estaba dentro de la gasolinera en el momento del accidente y, según un testigo que habló con el canal KSL TV, se escuchó a la mujer gritar: “Se disparó, se disparó, se disparó. (…) Encontró el arma debajo de mi asiento y apretó el gatillo. Fue un accidente total.”
Las autoridades confirmaron que el disparo fue “involuntario y autoinfligido” por el niño. La investigación está en curso para determinar las circunstancias exactas del accidente y la responsabilidad de la madre en el manejo del arma.
Este trágico evento destaca un problema persistente en Estados Unidos: la violencia armada. Según datos del Gun Violence Archive, hasta la fecha se han registrado 11,515 muertes por armas de fuego en el país en 2024, incluyendo 166 niños menores de 11 años. El cirujano general de EE.UU., Vivek Murthy, ha señalado que la tasa de mortalidad por armas de fuego entre los jóvenes estadounidenses es alarmantemente alta en comparación con otros países desarrollados. En 2020, las heridas por armas de fuego superaron a los accidentes de tráfico como la principal causa de muerte entre niños y adolescentes en Estados Unidos.
El caso de Lehi añade una capa adicional de preocupación sobre la seguridad de las armas de fuego en los hogares y la necesidad urgente de medidas para prevenir tragedias similares en el futuro.
